MANUAL DE UNA BODA

*[Pinchad en las fotos para alta resolución]

 

Tras el Manual de la Primera Cita, y el Manual de la Pedida de Mano, llega el Manual de una Boda, completándose así la trilogía.

 

Cristina y yo somos conscientes de que muchas veces da pereza ir a las bodas y, por eso, hemos intentado hacer una boda de 10 Lunas, que sea lo más rica y divertida posible. Nuestros amigos saben que hemos estado muy pesados estas semanas con toda la organización, pero, cuando todo el mundo nos decía que estuviéramos tranquilos porque lo importante es que nosotros disfrutásemos del día, siempre respondimos lo mismo: nosotros, como más podemos disfrutar, es viendo a los invitados felices y divirtiéndose”.

 

Esas fueron parte de las breves palabras que Cristina y yo dimos antes del almuerzo, pidiendo luego brindar por nuestro matrimonio, nuestros padres y por todos los invitados.

 

Y esas frases resumen lo que para mí debe ser una boda: entender que, aparte del significado religioso y de lo que el matrimonio implica, la boda es una fiesta única e irrepetible que se ofrece a tus invitados para celebrar esa unión y, por tanto, es fundamental pensar siempre en el invitado a la hora de meterse en toda la vorágine que implica su organización.

 

Digo esto porque seguro que todos nos hemos encontrado con más de una boda donde los novios parece que solo se han centrado en lo que a ellos les gusta y hace ilusión, dejando en muy segundo plano la comodidad y diversión del invitado.

 

Y así, nos podemos encontrar con bodas que se celebran a tomar por culo de la iglesia e implican un trayecto de una hora en autobús, orquestas y música que son solo del gusto de los novios, DJ’s que solo se limitan a dar al “play” a una lista con canciones “imbailables”, bebida y comida completamente intrascendente, desastroso manejo de los tiempos (ay esas misas eternas, donde todo el mundo dice unas palabras o te ofrecen un concierto digno del orfeón donostiarra, o esas comidas interminables en las que pasas horas sentado esperando a que sirvan, o a que los novios terminen de proyectar vídeos que van desde su infancia hasta el momento actual, o porque sus familiares se ponen a dar discursos o porque se reparten ramos a las 120 amigas de la novia).

 

Comentando luego estos temas con amigos, a alguno le he llegado a escuchar: “me la suda, es mi boda y punto, que la gente se amolde”.

 

Por eso, toda la organización de nuestra boda tenía un claro objetivo: que el invitado disfrutase lo máximo posible. Y así, todas las decisiones que  tomamos durante la organización fueron pensando en “qué nos gustaría encontrarnos en una boda si nosotros fuéramos de invitados”.

 

Sobra decir que cada boda es un mundo, por lo que nada de lo que aquí cuente debe tomarse demasiado en serio; y espero que nadie se sienta ofendido. Todo esto es una simple opinión personal, dada con la intención de ayudar, en lo posible, a quien tenga que organizar una boda, y sabiendo que, a otros muchos, les puede parecer una absoluta idiotez.

 

Para mayor comodidad a la hora de la lectura, dividiré esta crónica en diversos apartados.

 

  1. FECHA

 

Lo primero que hay que decidir a la hora de organizar una boda es la fecha.

 

Mi primera idea fue casarnos a mediados de septiembre, cuando la gente ya ha vuelto de vacaciones, está morenita y guapa, y sigue haciendo buen tiempo, evitando el calor de julio-agosto, meses absolutamente descartados por nuestra parte, no solo por ese calor, sino también porque una boda en esos meses puede romper completamente las vacaciones de los invitados, habiendo riesgo de que la boda se convierta en una “jodienda” para ellos.

 

Cristina, entonces, me dijo que ella quería una boda de invierno, por ser más elegante. Las chicas van más arregladas, al poder utilizar pieles y terciopelos, y otros complementos, y con la decoración se puede jugar mucho más. También decía que, en su opinión, algunas novias de verano abusan de los encajes, las transparencias y espaldas al aire, pareciéndose, a veces, a un picardías con cola.

 

Decidido, por tanto, que fuese en invierno, nuestra primera opción fue el mes de noviembre debido a que, en principio, aún no hace demasiado frío. Diciembre estaba completamente descartado por ser un mes en el que, entre el puente de la Constitución y la Navidad en la cabeza, a la gente le puede resultar incómodo.

 

Pero al ver los precios de las fincas, descubrimos que el mes más barato era, con diferencia, enero. Es más, incluso en la tabla de precios de muchas fincas, ni aparecían precios para ese mes, como si enero fuera un mes inhábil para casarse.

 

Entonces pensamos: ya metidos en invierno, si hay una diferencia de precio de 15€ menos por invitado por casarse en enero, frente a casarte en noviembre o febrero, casémonos el último fin de semana de enero, para así dejar que ya hayan pasado unas semanas desde Navidad. Por cierto, la diferencia entre casarse en enero o en mayo, según la finca, puede ser de hasta 50€ por invitado. Haced cuentas entonces.

 

Esta decisión nos salió perfecta, pues nos coincidió en un sábado con pleno sol y 16ºC de temperatura. Obviamente con el tiempo siempre te la vas a jugar, pero sí es cierto que en Madrid suele hacer bastante sol en enero.

 

Por último, comentar que si hubiéramos elegido otro mes, teníamos claro que nunca coincidiría con un puente. Entiendo que los días festivos son sagrados para el disfrute personal, por lo que, igual que no me gusta que me pongan una boda en esos días, no iba a hacérselo yo a mis invitados.

 

  1. CIUDAD-FINCA

 

La siguiente decisión, que suele ir de la mano de la fecha, fue elegir la localización (ciudad, iglesia y finca) donde celebrar la boda.

 

En un primer momento, Cristina sugirió casarnos en Santander, por eso de que yo soy de allí. Esta idea rápidamente fue descartada ya que, en mi opinión, si más del 50% de los invitados es de Madrid, es una putada hacer moverse a la mayoría de ellos por empeño de los novios.

 

Y es que una boda fuera siempre implica un importante aumento de los gastos, al tener que añadir coche/tren/avión + hotel + comidas/cenas.

 

Sobre este tema, debo comentar que, para mi sorpresa, son varias las parejas a las que he oído justificar que, entre otros motivos, se casan fuera de Madrid, aún siendo los dos de la capital, para quitarse de encima varios «invitados compromisos». Lo siguiente será ver que alguien se casa en Kiev para conseguir que no vayan los familiares a los que no traga. Surrealista.

 

Así que, volviendo a la máxima de “pensemos en los invitados”, y teniendo en cuenta esa amplia mayoría madrileña, decidimos que, efectivamente, lo mejor y más cómodo sería casarnos en Madrid donde, además, el tiempo en invierno no suele ser tan malo como en otras comunidades. Ahora pienso en cómo habría sido tener que organizar toda esta misma boda, pero a 500 Kms de distancia, y me entra un jamacuco.

 

Nos pusimos entonces a mirar fincas por Madrid, priorizando su cercanía a la capital, sus espacios (al ser una boda de invierno, necesitábamos buscar interiores agradables y bonitos) el precio, la calidad de su catering y su flexibilidad para que nosotros pudiéramos aportar: puestos de comida de nuestros restaurantes favoritos, DJ, sonido y luces, horarios, decoración, etc.

 

De todas las que vimos, la que más nos gustó, y con diferencia, fue Las Tenadas.

 

A la hora de visitar las fincas, es fundamental tener buenas sensaciones con los encargados al explicarles el concepto de boda que buscas. En nuestro caso, el trato recibido por parte de Jaime y Ana, responsables de Las Tenadas, fue el que más nos gustó.

 

Además, esta finca nos pareció la más bonita para una boda de invierno. Está decorada con un gusto magnífico y los espacios son amplios y luminosos y se encuentra justo en la salida del km 30 de la A1, lo que es una distancia muy asumible para Madrid.

 

Otra finca bonita es Mozanaque, pero, al compararla con Las Tenadas, no compensaba por precio.

 

Hay que tener en cuenta que toda finca lleva incluido su propio catering, por lo que también estuvimos viendo Finca Albada, de Pescaderías Coruñesas, pero justo salieron a la luz problemas de licencia. Otro buen catering es La Villa del Mentidero, pero la finca no nos pareció tan bonita.

 

En Madrid hay otras muchas opciones, y cada vez más, siendo imposible abarcar todas ellas, por lo que es cuestión de investigar y decidirse por la que mejores sensaciones os transmita.

 

Ojo a Cristina Oria, que, próximamente, abrirá una finca para eventos (bodas incluidas) y, conociendo su excelente gusto, seguro será una opción muy interesante.

 

  1. IGLESIA

 

Esto lo teníamos claro. Queríamos casarnos en Santa Bárbara por ser la parroquia de toda la vida de Cristina (sus abuelos paternos ya se casaron allí en 1934) y, también, por ser una de las iglesias más bonitas de Madrid, con una entrada absolutamente espectacular, y ubicada en pleno Colón.

 

Y como segunda opción teníamos Los Jerónimos, descartando cualquier otra iglesia que no tuviera una amplia zona de entrada, a fin de evitar que los invitados se tuvieran que apelotonar en plena acera antes y después del enlace.

 

El problema de Santa Bárbara es que está muy demandada, por lo que, según qué fecha, hay que reservar con mucha antelación, así que conviene antes ir allí a informarse de sus reglas de reserva, como si de Diverxo (10 Lunas) se tratara.

 

El precio por casarte en Santa Bárbara es de 650€ + 100€ de fianza. Entre sus normas, está la multa de 150 euros por arrojar arroz, o elementos similares, a la salida de los novios. En principio, el precio por casarse en una Iglesia suele ser “la voluntad”, pero en muchas iglesias de Madrid, por la alta demanda, han impuesto directamente sus precios.

 

Otras condiciones innegociables de Santa Bárbara son que no puedes elegir ni la decoración floral, ni el coro, ni al fotógrafo (te dan a elegir entre cuatro fotógrafos y está prohibido que tu fotógrafo acceda a la iglesia), imposición esta última que me pareció indignante, y me pregunto en base a qué criterios, legales o no legales, se hace esta elección de fotógrafos por la iglesia.

 

Nuestra celebración fue a las 12:30 y duró 45 minutos. Teníamos clarísimo que no queríamos la típica misa que dura 90 minutos y donde todos los invitados están ya con hambre y pensando en sus cosas.

 

Tras acabar la celebración, nuestro cura, el maravilloso Andrés Ramos, tuvo el detalle de pedir a los invitados que esperasen a que salieran los novios, antes de salir ellos.

 

A la entrada de la novia y posterior salida de los novios, es de agradecer que todos los invitados estén dentro de la iglesia, ya que las fotos de ese momento serán mucho más bonitas si no aparecen al lado invitados con el móvil en la mano haciendo sus propias fotos o vídeos. Pero claro, para el momento salida, eso exige que los novios salgan inmediatamente después de que termine la ceremonia religiosa, quedándose sin las clásicas fotos dentro de la iglesia con la familia y los testigos. Sopesen y decidan ustedes mismos.

 

Nosotros elegimos salir con el himno de España, una elección algo atípica (el himno de España suele escucharse durante la comunión) pero que decidimos por otorgar solemnidad a la ceremonia.

 

Una vez fuera, es recomendable irse pronto a la finca para así llegar allí los primeros e ir empezando con las fotos típicas de rigor de los novios recién casados, ganando el tiempo que tardan los invitados en llegar hasta la finca en autobús y así luego poder disfrutar, junto con ellos, del cóctel.

 

Por cierto, respecto al cursillo prematrimonial, os recomiendo el que se hace en fin de semana en la Parroquia Nuestra Señora de la Moraleja. De viernes tarde a domingo mañana, y ya lo tienes.

 

  1. WEDDING PLANNER

 

En ningún momento nos planteamos contratar una “wedding planner”.

 

Aunque reconozco que puede ayudar y descargarte de preocupaciones, Cristina tenía las ideas muy claras y muy buenos proveedores, por lo que podía encargarse personalmente de las invitaciones, el vestido, las flores y decoración, el fotógrafo y otros temas organizativos, mientras que yo quería coordinar, directamente, el tema comida/bebida, DJ, sonido y luces, autobuses y manejo de los tiempos. Siempre claro, sin perjuicio de una colaboración mutua en todos esos detalles.

 

La “wedding planner” solo habría supuesto un intermediario más con el que hablar y con la que incluso tener que discutir sobre sus gustos y los míos. En general, esta figura me parece sobrevalorada y no entiendo bien su éxito.

 

Obviamente, para intentar hacer una gran boda, es fundamental que los novios quieran involucrarse personalmente en toda la organización, dedicándole horas y horas, pero consiguiendo así que todo salga a su gusto.

 

Por cierto, una gran boda no es un «bodorrio», palabra que según la RAE  significa «Boda cuya forma de celebración se considera impropia, por su ostentación o inadecuación a las circunstancias.» Así que cuidado con decir ¡Vaya bodorrio!

 

En muchos momentos del caos que supone organizar una boda “a medida”, comentaba con amigos mi desesperación y alguno me decía: yo es que no organicé absolutamente nada, lo hizo todo mi mujer o nosotros es que no nos complicamos y nos casamos con lo que directamente nos ofrecía la finca”.

 

Son opciones muy lícitas pero, entonces, es probable que haya importantes fallos organizativos o que la boda pase sin pena ni gloria. Todo depende del tipo de boda que uno quiera organizar. A mí siempre me ha encantado montar fiestas en mi casa y ser buen anfitrión, por lo que, para celebrar lo que pensé que nunca me pasaría, enamorarme de verdad y casarme, tuve claro desde el principio que quería dar a mis invitados la mayor y más generosa fiesta posible.

 

También debo advertir que durante los meses previos a la boda pueden surgir tremendas movidas en la pareja, incluso con momentos muy desesperantes que hagan plantearse si compensa montar todo esto. 

 

Y es que, si uno piensa fríamente en el pastizal que cuesta la boda, y las horas que implica organizar todo, es normal que entren dudas sobre si no compensa para algo que dura 12 horas.

 

Si bien es cierto que cuando luego ves el resultado, la alegría es absoluta, ahora, a toro pasado, considero que no compensa todo este mundo que se ha montado alrededor de las bodas, donde todo es palmar y palmar pasta, con muchos proveedores que se intentan aprovechar de ti, con eso de que es un día único en tu vida. Pero al final, si te quieres casar en condiciones, no queda otra que pasar por el aro e invertir sudor y lágrimas para no ser timado y coordinar todo para que salga bien.

 

  1. INVITACIONES

 

Para las invitaciones, lo típico es irte a Invitarte o Arte Papel, decirles la idea que tienes y que te cobren una pasta por sacarlo adelante.

 

Cristina, gracias a la recomendación de su amiga Gabriela Silvela, fue directamente a una imprenta que, sin querer decir que es la imprenta que trabaja para las empresas citadas anteriormente, sí afirmaremos que trabajan para marcas por el estilo.

 

La imprenta se llama Gráficas Mayan (C/Encarnación González, 5. Telf: 914786469) y es una imprenta de toda la vida. No esperes encontrar una tienda mona decorada con papeles pintados. Allí, José María te enseñará distintas opciones y materiales y te hará lo que le pidas, por un 50% menos que cualquiera de los sitios nombrados, y obteniendo mismos resultados.

 

También fue Gráficas Mayan quien nos produjo todos los materiales para el fotomatón (el marco de fotos gigante con aspecto de crítica y los carteles con los letreros de “10 Lunas”, “Máximo Dios” e Infame”).

 

Un detalle muy bonito, respecto a las invitaciones, es que hagan el direccionado a mano. A nosotros nos lo hizo Clara Susanna una tía que, además de encantadora, es un artistaza. Totalmente recomendable.

 

  1. ¿LISTA REGALOS O NÚMERO DE CUENTA?

 

Está claro que el protocolo dice que en las invitaciones pongas Lista de Bodas, aunque tu bolsillo prefiera un número de cuenta.

 

No nos engañemos, la Lista de Bodas no deja de ser un número de cuenta camuflado, pero con el gran inconveniente de tener que pagar comisión por lo recibido a través de ella (suelen rondar entre el 3-5% del importe total de los regalos) y, a veces, teniendo que esperar, encima, bastante tiempo tras la celebración de la boda para recibir el importe de esta misma.

 

Si imaginamos, por ejemplo, que recibes 40.000€ en regalos, perderás entre 1.200-2.000€ por tener una Lista de Bodas en vez de un número de cuenta.

 

Una alternativa es poner la Lista en El Corte Inglés, que no cobra comisión, pero a cambio te pasarás años teniendo que hacer la compra en sus supermercados.

 

Y otra alternativa es utilizar alguna agencia de viajes que, a cambio de organizarte ellos el viaje, no te cobran comisión extra por crear la lista, más allá de la comisión que les imponga su banco por los pagos y la suya propia, como agencia de viajes, y que no es poca.

 

Esta fue la opción utilizada por nosotros y, para ello, contratamos a Godwana (Grupo Viajabien).

 

Aparte de tarjetas con Lista de Bodas, confieso que hicimos algunas con nuestro número de cuenta, pensando en los invitados más prácticos y cercanos, que se dejan de tonterías y te piden directamente el número de cuenta.

 

En fin, si bien de puertas adentro todo novio preferiría un número de cuenta para los regalos, el postureo social obliga a crear una Lista de Bodas.

 

Fuera de estos dos supuestos, mención especial merecen aquellos invitados que optan directamente por regalarte algún objeto, sin importar o conocer tus gustos, o la utilidad de dicho objeto. Ellos te lo regalan y se quedan tan panchos, y les suda tres cojones si lo tienes que guardar en el trastero de por vida o lo vas a revender por Wallapop. Incluso hay muchos casos en que esos objetos son “refritos”, es decir, regalos que les hicieron en su momento a ellos y que ahora te encasquetan a ti. Hay que ser cabrón.

 

Al final, en un balance de gastos-ingresos, lo normal es recuperar alrededor del 70-80% de los costes de la boda gracias a, normalmente, los regalos de los amigos de tus padres. Siendo  norma no escrita la de regalar 150€/persona, es casi imposible llegar a cubrir así el cubierto, por lo que quitaos de la cabeza el querer financiar una boda contando solo con el regalo de los invitados, como he escuchado a muchos amigos que es su intención.

 

Por último, aviso a los que aún sois novios que tenéis que tener muy en cuenta que el 75% de los regalos no los harán hasta la misma semana de la boda, incluso algunos te los harán después de la misma, sin mencionar que siempre hay un par de invitados que no hacen regalo y que, obviamente, te dejan perplejo e, inevitablemente, ya no vuelves a mirar igual.

 

  1. VESTIDO NOVIA

 

Cristina tenía muy claro cómo quería que fuese su vestido. Es más, ella misma había hecho un boceto detallando ya el tipo de cuello, escote y hombros que quería, por lo que, cuando buscaba un diseñador, no era para que le propusiese ideas sino para que lo confeccionase, aportando su toque especial, tal y como ella lo quería.

 

Tuvo dos citas. La primera, con Inés Martín Alcalde y, la segunda, con Sofía Delgado.

 

El trato y la forma de trabajar de una y otra son totalmente distintos.

 

Finalmente, Cristina se decantó por Sofía, simplemente por el hecho de haber congeniado mejor con ella. Es más, no había recibido ningún boceto, de una u otra, cuando canceló la siguiente cita con Inés y se decidió por Sofía.

 

Para Cristina, fue un acierto esta elección. Al parecer, lo común es que las novias tengan movidas con el diseñador, bien porque no les encaja lo que les están haciendo o porque el diseñador les impone sus ideas. Pues bien, con Sofía Delgado todo fue coser y cantar, nunca mejor dicho. Supo llevar a cabo, de la mejor manera, el vestido que tenía en mente Cristina y, encima, supo escoger un crepe de lana magnífico y darle unos toques que hicieron del mismo, a mi modo de ver, un vestido de novia favorecedor, bonito y elegante.

 

Como el vestido estaba inspirado en los diseños de los años 40, Cristina completó el conjunto nupcial con una estola de visón blanco y unos pendientes de la época (aquí ella os recomienda Angel Benito Peleteros, tanto para comprar piezas hechas como para hacerlas por encargo). Para terminar, y darle el toque final, Mariana Barturen, la mejor sombrerera de Madrid, junto con su compañera Helena, le diseñaron la diadema en forma de S que Cris utilizó a modo de velo, y los zapatos, en piel metalizada, que llevo durante el día.

 

Del maquillaje y peluquería de Cristina (también del de su madre y de su abuela) se encargó Eva Escolano (evaescolano@evaescolano.com). Cris se reía cuando le pedía que no la maquillasen como una puerta. Como más guapa está es pareciendo natural, como cuando ella misma se maquilla. Y es que mi miedo no era por lo que le pidiese Cristina a Eva, sino por lo que la maquilladora le pudiese hacer.

 

Y es que no comprendo cuando las chicas se transforman en drag queens para ir a las bodas. Entre los peinados aparatosos y tirabuzones que se marcan, las máscaras de maquillaje que se plantan y las sombras de ojos fantasía que llevan, no hay quien las reconozca, estando mucho más guapas un día cualquiera entre semana.

 

Eva Escolano consiguió, no sólo que reconociese a Cristina, sino que estuviese, incluso, más guapa que de costumbre. Que ya es difícil.

 

  1. CHAQUÉ 

 

El verdadero protocolo indica que el chaqué del novio debe ser el chaqué clásico, con levita negra y pantalón de rayas.

 

Aunque le puedes dar algún toque especial, eligiendo bien el chaleco y la corbata, la verdad es que este tipo de chaqué suele dar bastante pereza.

 

Así que, si decides salirte de ahí, la regla protocolaria supletoria indica que el chaqué debe ser entero gris (incluido chaleco, el cual, por cierto, siempre debe ser cruzado). El azul, muy de moda, debe descartarse y, en caso de querer utilizarse, solo podría ser para bodas de tarde, nunca en una de mañana.

 

Para cualquier duda, tened siempre de referente al Príncipe Carlos de Inglaterra.

 

El chaqué puede ser alquilado, siendo la opción más económica, habiendo empresas de alquiler que te permiten que estrenes el chaqué a cambio de un sobrecoste.

 

Yo ni me lo planteé; no solo porque la calidad de los chaqués suele ser muy mala y cuando te los pones se nota muchísimo, sino también porque no tengo un cuerpo de 1,85 y atlético donde te encaje bien una de las tallas de alquiler, y los arreglos en chaqué de alquiler son cutrísimos. Los precios rondan los 100-300€ y solo se recomienda a quien tenga presupuesto muy bajo.

 

Otra opción es comprar un chaqué de confección, donde solo te lo tengan que arreglar. Los precios rondan los 400-700€ y son buena opción para quien no quiera alquilar, pero tampoco quiera gastarse el pastizal de un chaqué a medida. Scalpers, Lander Urquijo, Fields, Anglomanía, Old Jeffrey son algunas opciones.

 

Y por último, si quieres ir hecho un pincel, sin duda debes hacerte el chaqué a medida. Aquí los precios parten de 1.500€ en adelante, en función de la tela que escojas, y requieren 3-4 meses de antelación.

 

En mi caso, me decanté por B CORNER y una tela gris con ligera espiga de Loro Piana Super 170s. Lo podéis encontrar en la tienda Just One o en su córner de El Corte Inglés de Serrano.

 

El resultado fue un chaqué perfecto y precioso.

 

Respecto a la camisa, esta tiene que ser blanca o, si te atreves, azul clarita con el cuello blanco (¡ojo! solo el cuello, no los puños también blancos). Esta fue mi elección, haciéndola a medida en Just One (Calle Villanueva 28), y quedó perfecta.

 

En cuanto a la corbata, aquí ya podéis jugar bastante. Os recomiendo las corbatas de The Seelk, la marca de Enrique Solís, uno de los hombres mejor vestidos de España.

 

Y para zapatos, estos deben ser negros y de cordones, como los que podéis encontrar en Crownhill o Bow Tie. O ya de más nivel en Albaladejo o Fulham.

 

  1. FLORES

 

Tras considerar Aflore Mío y Elena Suárez, elegimos Elena Suárez, no porque los primeros no nos gustasen, al revés, es una opción magnífica, sino porque Elena Suárez suele trabajar mucho en Las Tenadas y se la conoce al dedillo.

 

Elena Suárez, y su equipo, son magníficos. Para nosotros, era fundamental encajar a nivel personal con los proveedores y, en el caso de Elena, nos llevamos tan bien, desde el principio, que hasta podríamos haber ido a cenar con ella.

 

El resultado de trabajar con ellos fue el esperado. Nos hizo un techo en verdes espectacular, supo construir todos los arreglos florales, olvidando ñoñerías, y metiéndole un toque gracioso con la introducción de las botellas de André Clouet (mismo champagne que habíamos elegido para servir durante toda la boda) y las flores que le había pedido Cris.

 

Para el ramo de la novia, Cris quería que se utilizasen los mismos cardos y anémonas de los arreglos florales y hacerlo en un tamaño considerable. La verdad es que era muy bonito.

 

  1. FOTÓGRAFO

 

Aquí os recomiendo, sin lugar a dudas, CLICK10. La calidad de sus fotos es soberbia, como así me lo han podido comentar todos los invitados a los que he mandado las fotazas que hicieron.

 

Click10 lleva ya 22 años en el negocio de las bodas. Fueron pioneros en hacer fotografía en movimiento, es decir, nada de las típicas fotos de la familia y los amigos en grupo quietecitos, sino que hacen fotos naturales y, en definitiva, vivas.

 

Cuidado con esto del fotógrafo que elegís ya que es algo en lo que, por ejemplo, yo no había reparado, pero que luego te das cuenta de que es fundamental tener unos fotógrafos que sepan hacer buenas fotos y captar “momentos”.  

 

Su precio oscila entre 2.500-3.000€ y lo valen. Seguro que os hablarán de otras opciones más baratas. Son muchos los jóvenes fotógrafos que, después de trabajar un tiempo con los que ahora están de moda, ofrecen sus servicios a menor coste. En mi opinión, considero que es fundamental contar con la experiencia de alguien curtido en fotografiar bodas.

 

Respecto a las fotos de la iglesia, como antes comentaba, no tuvimos elección, y por imposición de Santa Bárbara tuvimos que contratar a uno de los que nos daban. Nosotros cogimos a Miguel Povedano, ya que, con el otro fotógrafo que nos daban a elegir, Saavedra y Peñalva, intentamos contactar pero nunca llegó a responder. Se dice y se comenta que, entre los fotógrafos que trabajan en Santa Bárbara, se reparten las bodas, como si de un cártel se tratara. Esto es vergonzoso. De todos modos, hay que decir que las fotos que nos hicieron el equipo de Miguel Povedano han sido soberbias por lo que, si te casas en Santa Bárbara, os los recomendamos.

 

Para los futuros novios, os aviso que la principal pesadilla el día de vuestra boda será el tema fotos. Todos los invitados querrán hacerse fotos con vosotros y eso implicará que, al menos durante el aperitivo, os tengáis que pasar la mayor parte del tiempo posando con familiares, amigos, amigos de tus padres, compañeros de trabajo, etc. Además, habrá, por ejemplo, el típico momento de fotos de familia y, de repente, un familiar tuyo no aparece, haciendo que todo el grupo espere hasta que le encuentren, mientras los novios se desesperan. A eso añadid invitados que te besan y abrazan sin importarles un cojón despeinarte o dejarte su barra de labios en la cara. Por favor, si vais a una boda como invitados, no os abracéis a la pobre novia como si fuera un perchero, que el recogido le ha costado lo suyo.

 

Respecto a las fotos de vosotros dos solos, como ya decía, lo mejor es intentar llegar cuanto antes a la finca y así aprovechar a hacer esas fotos mientras van llegando los invitados. Afortunadamente, Cristina no era típica novia que se siente princesa por un día y obliga al novio a pasarse todo el aperitivo haciéndose fotos bajo los árboles, como si de un cuento de hadas se tratara.

 

Por último, os recomiendo totalmente poner un fotomatón para el baile, y ahí me encantó la labor de VIVAFOTOMATÓN. Ahora está de moda poner caretas y demás atrezzos y eso siempre es divertido.

 

  1. AUTOBUSES

 

Como ya he repetido varias veces, una de mis preocupaciones, casándome en Madrid, era que ni la iglesia ni la finca estuvieran lejos.

 

Los viajes en autobús son un coñazo pero son inevitables. Lo que sí se puede controlar es la distancia, buscando sitios que no impliquen una hora de trayecto.

 

Mi objetivo era que el mayor número posible de invitados fuera en autobús, para que no tuvieran que llevar su coche, y así intentar conseguir que todos bebieran tranquilamente.

 

Santa Bárbara se encuentra en pleno Colón, mejor situado imposible y, desde ahí, puse varios autobuses hasta Las Tenadas, distancia que se recorre en 30 minutos.

 

Para la vuelta, teniendo en cuenta que nuestra parte de baile duraba casi 8 horas, de 18:30 a 02:00, puse autobuses cada dos horas, empezando a las 20:00, para así intentar facilitar la vuelta lo máximo posible y no tener secuestrados a aquellos invitados que se fueran queriendo ir.

 

Para todo este tema organizativo, que parece sencillo, pero que luego resulta desesperante (la gente no confirma y, aunque confirman, luego terminan llevándose su coche) mi ángel de la guarda fue Carolina Rivas, de autobuses ESTEBAN RIVAS, quien lo hizo de maravilla. No dudéis en contratarles.

 

  1. COMIDA-BEBIDA-TIEMPOS.

 

Llegamos al tema que más obsesionado me ha tenido durante todo el tiempo de organización de la boda y que, junto al siguiente apartado 13, son los dos pilares básicos sobre los que debe construirse toda boda. De ellos dependerá el éxito o fracaso de la misma.

 

Empecemos por los tiempos.

 

Tras ir a muchas bodas, tenía claro que quería una ceremonia religiosa corta, un aperitivo largo, una comida corta, y un baile muy largo.

 

La parte de la ceremonia fue sencillo de solucionar. Ya nuestro cura, Andrés Ramos, nos dijo que una ceremonia nunca debe durar más de 45 minutos, ya que, a partir de entonces, la gente desconecta.

 

Tras la ceremonia, como ya he indicado, salimos de la iglesia directamente y, prácticamente en seguida, nos fuimos hacia la finca para comenzar con las fotos.

 

La parte de la celebración a la que quería dar más protagonismo y, por tanto, más tiempo, era sin duda el aperitivo. Considero que ese momento, bien organizado, es el que más gusta a todos los invitados, pues pueden ir hablando con quien quieran, estando de pie o sentados, echándose sus cigarros y, en general, es cuando más entretenidos están.

 

Pero para poder dar un aperitivo largo es fundamental poner buena y abundante comida y bebida. Y, si encima, el tiempo acompaña, como fue nuestro caso, y se puede desarrollar al aire libre, ya es perfecto.

 

Por este motivo, mi idea siempre fue hacer un aperitivo lo más rico, variado y entretenido posible. Y, para ello, consideraba esencial montar diversos puestos, como si fuera un mercado de comida.

 

Este concepto de “mercado de comida”, bien hecho, resulta tremendamente entretenido para el invitado.

 

Normalmente, cada catering incluye en su oferta la opción de poder pagar por diferentes puestos como el de pulpo, mexicano, peruano, rabas, ostras, etc. siendo esta una opción de crear tu “mercado de comida”.

 

Y otra opción más “pro” es contratar a algún restaurante de reconocido prestigio para que ponga un puesto con alguno de sus platos insignia.

 

En mi caso, tenía claro que sí o sí quería a Nakeima (10 Lunas), no solo porque sean unos amigos a los que quiero muchísimo, desde que los conociera hace 4 años, sino porque su comida y su rollo grunge me parecía perfecto como contrapunto a la elegancia y seriedad de una boda. Bao negro, nigiris y siumai hicieron las delicias de los invitados.

 

Una vez fichados, les propuse otro puesto a los chicos de UMO (9 Lunas), un restaurante que me encanta y en el que, tras muchas visitas, llegué a entablar amistad con los cocineros. Ellos se encargaron de montar un puesto de Ostras con Ponzu. Fue un absoluto éxito.

 

Por mi relación con Cantabria, quería hacer un guiño a la tierra, así que nada mejor que contratar a DOÑA TOMASA. Esta tienda gourmet con sede en Santander y Madrid, nos montó un precioso puesto con una sobadora de anchoas y latitas de boquerones. Doña Tomasa solo maneja productos de máxima calidad, así que el éxito fue rotundo.

 

Y el otro puesto tenía que ser, sí o sí, de jamón. Aquí el más profesional me pareció JOSELITO, quien puso 3 jamones y cortadores, montando así dos puestos y dejando un cortador dentro de cocina. Odio las colas que se montan siempre con el jamón, así que mi objetivo era repartir a los cortadores y evitar dichas colas.

 

A todos estos puestos, se añadió, obviamente, los aperitivos propios de LA BLONDA CATERING. Aperitivos que estaban riquísimos, teniendo que resaltar la Merluza en tempura, el Solomillo Wellington, el Steak tartar sobre regañá, el Parmesano con miel trufada y el Brioche de foie al armañac, por su rotundo éxito.

 

Y para regar toda esa comida, era fundamental ofrecer buen bebercio, queriendo dar el protagonismo total al champú.

 

El champán es la bebida que más gusta a todo el mundo pero que rara vez te encuentras en una boda. Tenía claro que quería que el invitado pudiera beber champán desde que pisara la finca hasta que se fuera. Nada de ofrecer solo champán en el postre o aperitivo. Champán todo el rato y que, además, las propias camareras fueran con botellas recargando las copas, aparte del correspondiente carrito de champán, evitando así la típica situación de tener que esperar a que pase el camarero con la bandeja de bebida y ver si te da tiempo a pillar una copa.

 

El problema del champán es su alto coste, así que, tras hacer un pequeño estudio de mercado, concluí que el champagne, de menos de 30 euros, con mejor calidad y más nombre, era André Clouet, cuya preciosa botella fue perfecta, además, para utilizar en la decoración floral de Elena Suárez.

 

Siendo 260 invitados, se bebieron casi 90 botellas, para el asombro de los encargados de la finca, que me habían aconsejado, anteriormente, que comprase 60, por dar de sobra.

 

El proveedor fue la magnífica tienda de vino LA TINTORERÍA (calle Gurtubay 4).

 

Como vino tinto, quería un Rioja clásico, y ahí Viña Ardanza 2009 es uno de los reyes. Y de blanco, que ya quedaba en tercer plano, un Godello Luar Do Sil (Pago Capellanes) cumplió muy bien.

 

Y como complemento a todo eso, se montó un puesto con ginebras premium y coctelería básica.

 

Al final, el aperitivo duró casi dos horas y media, aperitivo en el cual ya se servía comida y bebida desde la llegada del primer invitado, evitando esas situaciones donde llegas a la finca y te dicen que aún se sirve la bebida, aunque estés deshidratado. Lo único malo de organizar así el aperitivo es que alguno acabó ya completamente doblado.

 

Pasando a la comida, tras semejante aperitivo, era clave ofrecer un solo plato en mesa, que fue una rica Pintada rellena de foie. Y, como broche final, el dulce tenía que ser la bomba. Y tanto que lo fue, una espectacular Tarta árabe de crema y nata montada que, según me dijeron muchos invitados, fue el mejor postre que habían tomado en una boda, y eso que la tarta árabe es algo ya muy visto, pero es que esta era un Máximo Dios de manual.

 

Mi obsesión era que la parte de la comida fuera lo más corta posible. Considero que lo de poner primero y segundo cada vez funciona menos. A la gente las comidas largas le acaban aburriendo y terminan todos levantándose y saliendo a fumar, cosa que queda muy fea. Y también quería evitar a toda costa esos tiempos eternos en mesa sin poder pedir copa y con los invitados poniéndose nerviosos para que empiece el baile. 

 

Así que, tras la comida y el correspondiente saludo a cada mesa, pasamos ya al baile.

 

Puntualizar que, para que todo esto de los tiempos salga bien, dependerá en gran medida de la organización de la propia finca, pero al menos intenta transmitirles claramente tus deseos.

 

Por último, algo que se repite cada  vez más es que, durante el almuerzo o la cena, los novios se sienten con amigos, y no con sus padres y otros familiares. Cristina y yo también lo hicimos, sentando a nuestros padres con familiares y amigos cercanos. Nuestra mesa, como el resto de ellas, tuvo nombre de restaurante, siendo el de La Bien Aparecida (10 Lunas).

 

  1. FIESTA: DJ-SONIDO-LUCES.

 

Y llegamos al punto crítico de toda boda, y que supone el 80% del éxito de la misma: el baile.

 

Tenía clarísimo que quería intentar montar un mega fiestón, digno de la mejor discoteca.

 

Para ello, lo primero fue contratar el equipo de sonido y luces. Y aquí debes soltar la panoja si buscas ese efecto Ushuaïa Ibiza. Como tires con lo básico que te pone la finca, solo conseguirás una verbena.

 

Y en esto considero que los mejores son PARTYSON, una de las empresas líderes del sector y con muchos años de experiencia a sus espaldas montando las mejores fiestas de Madrid.

 

Nosotros le pedimos a Alfonso, su director, que queríamos un “full equip”, lo que implica mega altavoces, láser, bola de espejos, máquina de chispa fría, megatrón, etc.

 

El coste de todo esto ronda los 3.000€, pero será el mejor dinero invertido en tu boda.

 

Semejante Ferrari no sirve de nada si no lo controla un buen DJ. En lo de sonido y luces uno poco más puede aportar cuando ya has contratado todo el equipo. Pero en lo del DJ me iba literalmente la vida.

 

Considero que, en una boda, uno debe dejarse de gustos personales y hay que centrarse en música 100% bailable. Me parece genial que te guste el rock o el indie, pero no puedes llenar un baile de boda con esas canciones que, aunque sean magníficas, luego no se pueden bailar.

 

¿Y qué es lo que baila la mayoría de la gente? Pues pop desde los 80 hasta ahora, reggaeton a muerte y dance-house cantadito, sin perjuicio de meter también algo de rock de los 70 o un poco de indie. Ningún estilo está reñido siempre que se sepa pinchar y sea bailable.

 

Debido a que en una boda te lo juegas todo a una carta, pues no es una fiesta de tres días donde si el primero sale mal puedes resarcirte el segundo día, mi absoluto pánico a un DJ que no pinchara temazos hizo replantearme buscar un DJ al que, directamente, le diera una lista de super éxitos para que se limitara a ponerla, enlazando perfectamente una canción con otra y dando protagonismo a los momentos de más subidón.

 

Esa labor de búsqueda fue imposible, pues todo DJ decía que si no pincha lo que él considera, no se siente artista de la pista.

 

He ido a tantas bodas donde, incluso DJs famosos, pinchan canciones que provocan la pasividad del invitado, y cuando ponen el tema latino del momento la pista se llena, pero luego incomprensiblemente otra vez vuelven a poner canciones intrascendentes, que ya casi daba la batalla por perdida.

 

Hasta que, de repente, me apareció un ángel llamado DIEGO VALARES (@govalares), uno de los DJs más famosos de los sitios de moda de Valladolid como La Pera Limonera, que tenía libre ese sábado 26 de enero y directamente me dijo que le haría mucha ilusión pinchar en mi boda.

 

Joder, no puedo más que soltar tacos para transmitir el acojonante despliegue musical que se marcó durante casi 8 horas seguidas. DE LOCOS. Que durante el baile vinieran invitados a preguntarme que de dónde has sacado a semejante Dios de la música, me hizo entender que había acertado en la elección.

 

La combinación PARTYSON-DIEGO VALARES resultó como poner a jugar juntos a Iniesta y Messi.

 

Por último, para conseguir que la pista esté siempre llena es fundamental: (i) que los novios bailen, ya que si ellos están en la pista, los invitados bailan como locos; (ii) Controlar el tema fumar para evitar que la gente se te quede fuera; (iii) Que el espacio de baile vaya en proporción con el número de invitados, evitando espacios demasiado grandes que puedan dar sensación de desangelado.

 

  1. VIAJE DE NOVIOS

 

Aquí ya cada pareja es un mundo. En nuestro caso, optamos por Bangkok-Koh Yao Noi. No queríamos típico viaje que implica cogerte 9 vuelos en 14 días y estar cambiando de hotel cada dos.

 

La opción ciudad y luego playa para desconectar me parece muy acertada. Nosotros queríamos primero una ciudad en la que no hiciera frío, por lo que descartamos países como Japón. Y de playa queríamos un mega hotel en una isla preciosa pero donde se pudieran hacer excursiones y actividades, por lo que descartamos sitios como Maldivas, por ser un poco jaula de oro. La bahía de Koh Yao es preciosa y el hotel Six Senses es espectacular. Desde ahí puedes hacer excursiones en barco para ir viendo diferentes islas, algunas absolutamente increíbles. También puedes recorrerte la isla, darte masajes, pasear en bici, hacer snorkel, etc.

 

Respecto a cogerlo con agencia o no, yo siempre soy partidario de organizarme mis propios viajes, salvo aquellos que sean muy complejos. Según qué caso, al final una agencia de viajes puede resultar como una wedding planner: una figura que poco aporta respecto a organizarlo tú mismo y a la que encima hay que pagar bastante. No obstante, sí es cierto que si estás muy involucrado en la organización de tu boda, dejar la parte del viaje en manos de una agencia te puede liberar de bastante estrés. Así que ahí ya decidid cada uno.

 

Lo que sí recomiendo es que no os vayáis de viaje hasta el lunes. Lo de irse al día siguiente de la boda me parece una locura. De la boda acabas totalmente agotado, y es fundamental tener el domingo para descansar y hacer la maleta tranquilamente. Y también aconsejo regresar dos días antes de la vuelta al curro, para así habituarte a la realidad y no llorar.

 

 

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