Quedo a cenar un jueves noche con una amiga y le pregunto qué le apetece y dice que un sitio “mono” con ambiente.
Consulto mis Notas del Iphone donde apunto los restaurantes que tengo pendientes de visitar y dentro de la categoría “monos” elijo LE COCÓ. Otros candidatos eran Diurno, Nitty Gritty, La Dominga, Galleta, Huerto de Lucas, Palosanto y Bon Vivant.
No me preguntéis por qué elegí Le Cocó. Realmente me daba igual cualquiera de ellos pues todos son hermanos y siguen el mismo patrón: chulos decorados, ambiente principalmente femenino o gay y comida muy regulera con mismos platos (tartar, croquetas, hamburguesas, ensaladas, algo de pasta…).
Hubo hace 3-4 años un boom de abrir restaurantes de este tipo y se pusieron muy de moda, siendo por entonces bastante difícil conseguir mesa.
Hoy en día los considero bastante pereza y ya desfasados, habiendo sido sustituidos por el concepto que ahora lo está petando: restaurantes-bar de copas. Y así, Marieta, Tatel, Arts Club, Fox, Sexto, Caray son ahora los nuevos restaurantes donde hay tortas por reservar.
No obstante, esos restaurantes monos siguen teniendo su éxito entre las chicas para cenas tranquilas.
Yo en cambio prefiero cenas en restaurantes con musicón y ambientazo donde luego poder quedarme copeando hasta las 03:00.
Le Cocó, como era de esperar, es un sitio mono, decorado con mesas de madera y sillas estilo industrial. Esa decoración está ya demasiado vista.
A la entrada cuenta con una barra y una mesa alta.
Seguido al comedor principal, hay otro pequeño comedor pegado a la cocina, bastante frío y apartado. Al reservar exige mesa en el comedor principal para estar en el meollo.
Mesas de dos bastante juntas.
En general, aunque puede parecer un sitio de parejitas, si me trajeran aquí de primera cita dejaría automáticamente a esa persona.
Entre los dos, probamos:
Ensaladilla rusa (9,50€). Malísima. Mi amiga y yo somos fans de la ensaladilla y siempre la pedimos para comprobar el nivel del restaurante. Mayonesa peor que de bote Supersol y patatas durísimas. Nefasta. Al ver que la dejábamos entera, nos preguntó la camarera si no nos gustaba y le dijimos que no y que la probara. Nos dice: “coño, sí que están duras las patatas, se lo diré a cocina”. Y fin de la historia. Detalle muy feo que te cobren ese plato.
Media de croquetas de carabinero (4,25€). Correctas.
Media de bombones de pollo (4,75€ / 5 piezas). Son unas bolas de pollo rebozadas y fritas con una salsa rosa. Totalmente sin más.
Lasaña de rabo (13,50€). Floja. Las láminas de pasta estaban muy duras y bastante insípido de sabor.
De postre, rica la tarta de la abuela (4,50€).
Para beber, un albariño Ferrerio a 26€ es casi lo único decente.
La cuenta salió a 64€, 32€ por barba.
Sin pedir el vino más caro, cenar aquí rondará los 20-25€.
Es barato pero es que ni aun con esas merece la pena.
Lo único bueno es que ya lo he podido borrar de mi lista de pendientes.
Dirección: Calle Barbieri, 15.Tlf: 915 21 99 55Web: http://lecocomadrid.com/restaurante/
Yo pagué: 32€ | Precio medio: 20€
Fecha de la visita: Junio 2015