Madrid

BARRA Y MANTEL

 

La calle más peligrosa de Madrid, y puede que también de España, gastronómicamente hablando, es, sin duda, Jorge Juan.

 

Esta calle, que vuelve locos a los turistas y latinoamericanos adinerados, ve continuamente abrir y cerrar restaurantes. Muchos empresarios, seducidos por el dinero y postureo de la zona, se lanzan a abrir restaurantes pensando que van a triunfar y ganar una fortuna. Sin embargo, según qué casos, la realidad luego es bien distinta, pues el restaurante tiene que afrontar unos gastos de alquiler de los más altos de España y, si no llenas a diario, acabas cerrando y perdiendo lo ganado, o tus ahorros.

 

El último ejemplo lo tenemos con Alameda, abierto en Jorge Juan 10, del que ya pronostiqué que estaba destinado a cerrar, y así ha sido. Ahora en ese local desembarca Lobito de Mar, del grupo de Dani García, quien, tras obtener su tercera estrella Michelin, ha sido un tipo listo y ha decidido cerrar su restaurante en Marbella para abrir conceptos más rentables y menos exigentes.

 

Pues bien, cuando leí que en Jorge Juan se había abierto un nuevo restaurante llamado Barra y Mantel, y que detrás no había ningún grupo con experiencia, como sí ocurre con otros restaurantes del barrio como: La Bien Aparecida (10 Lunas), La Máquina, Álbora (8.5 Lunas) o Amazónico (9 Lunas), pensé: otro restaurante que intenta hacer negocio situándose en la calle de moda y que acabará cerrando.

 

Animado por la mejor amiga de Cris, que quería conocerlo, allí nos fuimos a cenar.

 

E igual que me pasó con Efímero (8.5 Lunas), debo reconocer que he vuelto a estar equivocado. Barra y Mantel mola mucho y se come bastante bien, por lo que es un restaurante que creo funcionará.

 

Se encuentra en la zona alta y menos concurrida de Jorge Juan, llegando ya a Príncipe de Vergara, donde antes estaba el asiático TAO. Hay que reconocer que esta parte ya no tiene los precios de locos que piden por alquilar un local entre Claudio Coello y Velázquez, pero a cambio pierdes el tránsito de la zona de ebullición.

 

Según he visto, entre otros socios, detrás de este restaurante esta un mega crack como Tomás Laso, creador de Absolute Bespoke y el único tío que puede llevar un traje amarillo y sin calcetines, y quedarle de puta madre. También está detrás el fundador de Celicioso. Gente de bastante éxito empresarial y con muchísimos contactos en Madrid.

 

El restaurante, como su nombre indica, cuenta con una zona de mesas altas a la entrada, una barra bastante larga y, al fondo, varias mesas con mantel. La carta es la misma para esas tres zonas.

 

Si un día montara un restaurante, algo que creo que nunca haré, se parecería bastante a este concepto, aunque le metería cocina en la parte de barra, cosa que aquí no ocurre, pero es que me encanta cenar en barra mientras veo cómo preparan los platos.

 

La decoración es la del momento, aunque consiguen diferenciarse del resto. La estética es de bistró francés neoyorkino. Terciopelos, dorados, papeles pintados y fotos de época. Sitio muy bonito, tremendamente acogedor y agradable donde estar.

 

Nosotros éramos cuatro y nos sentamos en mesa. Ambiente de 35 años para arriba.

 

Al frente de la cocina, como Director Gastronómico, y como socio también, está Iván González, el que fuera jefe de cocina en La Sabina.

 

Que quien dirige la cocina sea también socio me parece fundamental para conseguir su plena dedicación y entrega, pues la marcha del negocio influirá directamente en su bolsillo, a diferencia de los casos donde el cocinero cobra un sueldo más o menos fijo pase lo que pase.

 

Según cuentan en la propia web del restaurante, aquí podemos degustar una cocina de toda la vida con toques diferentes en la que el eje central de la experiencia es la materia prima y su excepcional calidad.

 

Y la verdad que así es. En Barra y Mantel no hay fusiones ni cosas raras sino albóndigas, arroz, pimientos rellenos, canelones, chuletón o merluza. También juegan con el producto que vayan recibiendo según temporada, por lo que preguntad qué hay fuera de carta.

 

Aunque la fusión y todo ese rollo ha tenido su momento de boom, percibo que la gente cada vez aprecia más volver a lo clásico, dejando los dim sum, baos, ceviches o tiraditos para los restaurantes donde estén bien hechos, que son pocos. Y a eso creo que tiende el panorama gastronómico en Madrid, donde, cada vez más, los nuevos restaurantes van abandonando esa moda de hacer cocina de todos los países del mundo menos de España, y se vuelve a lo tradicional pero con un toque creativo, como ocurre aquí, en Efímero o Carbón Negro (9 Lunas), por poner un ejemplo de recientes aperturas que triunfan.

 

Siendo sábado noche, y aprovechando que como jugaba el Madrid-Barça la noche aún estaba tranquila, pudimos hablar con Iván para ponernos completamente en sus manos.

 

Entre cuatro, yendo muy fuertes y pidiendo todo para compartir, probamos:

 

Puntilla con pisto picante. Obligatorias de pedir. Está buenísimo.

 

Steak tartar. Lleva trocitos de anchoa que le da un toque fantástico.

 

Arroz en lata del mar. Perfecto de punto y muy sabroso. Merece la pena.

 

Pimientos rellenos de vaca vieja. Tartar de atún. Ricos ambos.

 

Canelones de solomillo y trufa. Están buenos pero mejorarían dándoles más potencia de sabor.

 

Verdinas con perdiz. A Iván le gustan mucho los guisos y la verdad que es que este nos gustó. Lo malo es que para cenar no son lo más apropiado.

 

Cocochas de bacalao al pilpil. Ricas pero le sentaría muy bien algo más de fuerza a la salsa.

Chuleta. Bastante buena.

 

De postre, os recomiendo la Tarta fina de manzana. Y como segunda opción la Torrija de la abuela.

 

Para beber, me gusta su carta de vinos donde se mezclan vinos diferentes con otros más clásicos. Aquí le dan importancia al vino, por lo que si queréis alguna chuchería, preguntad al sumiller o al propio Iván.

 

Yendo a saco paco y con bastante vino, salimos a 430€, que suponen 110€ por persona, si bien en vino había 205€.

 

Por eso, una comida normal calculo que saldrá por 50-60€.

 

Me ha gustado bastante y veo potencial. Como punto a mejorar, desde mi opinión, es atreverse a dar más potencia de sabor a algunos platos.

 

Abre todos los días y todo el día, si bien fuera del horario de comidas y cenas lo que sirven son platillos más fríos como ensaladilla o latas.

 

Para esta primavera 2019 inaugurarán terraza.

 

Su cocina se mueve en las 7.5-8 Lunas, ya que si bien está todo rico, tampoco esperéis ninguna sorpresa maravillosa. Cosa que tampoco creo que busquen. Aquí se come bien, en un local chulo, de moda, y situado en una zona animada como Jorge Juan.

 

El hecho de abrir todos los días, todo el día, y tener terraza, son cosas que suman y le hacen alcanzar las 8.5 Lunas.

 

Os gustará. Recomendable.

Dirección: Calle de Jorge Juan 50. Telf: 910644598

Web: www.tabernabarraymantel.com

Yo pagué: 110€ | Precio medio: 60€

Fecha de la visita: MARZO 2019

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