Madrid

HORCHER

Es uno de los restaurantes más clásicos y elegantes de Madrid, donde llevan dando de comer desde 1943.

Junto a Jockey y Zalacaín, Horcher ha sido durante muchos años uno de los restaurantes favoritos de ministros, empresarios y la alta sociedad.

Hace 20 años, antes de todo este boom gastronómico, su clientela se reconocía por su rancio abolengo. Sus altos precios, la exigencia de chaqueta y corbata, y ese ambiente burgués y de lujo, hacían de estos sus, prácticamente, únicos clientes. Casi todos los grandes negocios y los acuerdos políticos se cerraban en una de esas casas. También eran restaurantes habituales para ir a cenar con la amante (recordemos el comienzo de Miguel Boyer – Isabel Presley). La discreción era seña de identidad de estos sitios.

Ahora que la cocina se ha popularizado, la oferta gastronómica es infinita en Madrid, y que con las redes sociales apenas existe la privacidad, estos restaurantes han perdido parte de esa exclusividad que los caracterizaba. Además, el hecho de que clientes de toda la vida, que ahora tienen 75 años, te ocupen casi a diario mesas donde solo comen un plato y una copa de vino, acaba haciendo que el negocio no sea rentable.

Todo eso, en los últimos años, ha provocado cierres como los de Jockey (se rumorea que puede volver a abrir), Balzac, Club 31 o El Chaflán, mientras que otros como Horcher las hayan pasado putas para aguantar.

Afortunadamente, hoy podemos seguir disfrutando de Horcher y Zalacaín, los únicos supervivientes, siendo ambos absolutamente necesarios en una ciudad como Madrid. Eso sí, ninguno tiene actualmente estrella Michelin (como sí la tiene Via Venetto, que sería su equivalente en Barcelona). Y esto es una pequeña desventaja para atraer nuevos clientes que consideran que, si van a pagar 150€ por una comida, quieren al menos que el sitio tenga estrella. Masterchef y Michelin, aunque hayan ayudado mucho a la popularización de la alta cocina, también han hecho daño llenando de tontería la cabeza de mucha gente.

De todas formas, viendo lo que hay fuera de España, no me cabe duda de que un restaurante así, en cualquier gran capital europea, tendría su estrella (y costaría el doble).

Para sortear la crisis y adaptarse a los nuevos tiempos, Horcher se ha tenido que apuntar a Instagram y suavizar su código de vestimenta. Ahora, se requiere chaqueta pero no corbata. Aunque yo prefiriese el uso de corbata y chaqueta, echando de menos la elegancia de los años 40, entiendo que puede resultar incómodo si vas a cenar un sábado con tu novia. Además, el hecho de ponerte una chaqueta no te va a hacer más refinado. Solo hay que pensar en que Sergio Ramos podría ir hecho un máximo hortera pero, por llevar chaqueta aunque fuera de brillantes o blanca, cumpliría con el código de Horcher, mientras que otro que fuera hecho un pincel con su camisa, jersey y abrigo, no lo cumpliría. Lograrían mejor su propósito si en Horcher exigieran un determinado calzado, signo de la existencia, o ausencia, del saber estar de cualquier hombre.

A diferencia de Zalacaín, que se ha reformado y modernizado, Horcher conserva la misma decoración que desde sus inicios, y eso le hace único y especial. Me parece uno de los restaurantes más bonitos y acogedores de Madrid. Sobre todo en invierno, pues este es un restaurante para disfrutarlo más en una fría noche.

El servicio de sala corre a cargo de camareros de toda la vida que, pese a la formalidad del lugar, hacen que te sientas cómodo. Prefiero este estilo a un Santceloni (6 Lunas), donde tanto camarero y tanta atención acaba incomodando.

Y respecto al ambiente, ahora ya no te encuentras como en los 80 a Mario Conde y Juan Abelló cenando a tu vera, mientras en otra mesa Boyer le susurra secretos a Isabel Preysler. No hay duda de que sigue siendo un ambiente elegante pero es bastante más variopinto. Media de edad de 50 años para arriba. No obstante, me parece un restaurante perfecto para ir con tus amigos y darte un homenaje.

Pasando a la comida, la de Horcher es una cocina tradicional con especialidad en caza. Por eso, y por lo que antes comentaba del frío, no contemplo otra época para ir a Horcher que no sea entre noviembre y marzo.

Mi última cena fue justo antes de Navidad, invitado por un gran amigo y por su padre, y la experiencia fue maravillosa, aunque ciñéndonos a la comida, quedará lejos de mis mejores comidas del año.

Y es que aunque en Horcher se coma bien, no me parece nada espectacular. De hecho, para caza, en La Tasquita, Membibre, La Buena Vida, Desencaja, Treze o Lakasa seguramente comas mejor. Pero es que a Horcher no se le puede describir sin poner en conjunto el local, su historia y su elegancia, aspectos en los que gana claramente a cualquier otro restaurante.

Por eso, os tengo que advertir que, si únicamente buscáis comer de cojones a un precio moderado, sea caza o no, os recomendaría antes 20 restaurantes en Madrid. Pero si lo que buscáis es algo especial y único, además de comer bien, y aceptando pagar un sobreprecio, entonces Horcher os encantará.

Las raciones de Horcher son bastante grandes y a los camareros les cuesta entender eso de que queréis probar muchos platos compartiendo todo. Cierto es que el hecho de que sea regla de la casa el que te sirvan todo ya emplatado, dificulta poder compartir entre tres una sola ración de, por ejemplo, corzo o perdiz. Por eso, lo normal será que cada ración se comparta entre dos, lo que hace que con 4-5 platos, sea más que suficiente.

Antes de empezar la cena, y mientras ojeáis la carta, os recomiendo empezar con un cocktail como su rico Whisky Sour. Horcher es un restaurante para disfrutarlo relajadamente, sin prisas.

Nosotros, entre 4, cenamos:

Consomé Don Victor (29€). Es un consomé hecho con el jugo del solomillo. Riquísimo.

Ragout de bogavante (48€). Falla en un punto excesivo de cocción del bogavante pero el conjunto del plato está bastante rico.

Perdiz a la prensa (46€). Un clásico de esta casa que es obligatorio.

Stroganoff de corzo (39€). Brutal. Para mí, lo mejor de la cena.

Ganso. Solo lo tienen durante determinadas semanas de diciembre. Tiene muchísima fama y eso hizo, como ocurre muchas veces, que las expectativas fueran tan altas que luego no se cumplieron. De hecho, me gustó más la perdiz y el corzo. Se acompaña de unas ricas patatas soufflé (9€) que, para mí, no llegan a la altura de las de Zalacaín.

Al final, por ser ya mucha cantidad, no pudimos pedir la Becada a la prensa (59€), otra de las especialidades de la casa y que, volviendo atrás, habría sustituido por el ganso.

De postre, son imprescindibles sus Crêpes Suzette (15€) y el Baumkuchen con helado de vainilla, salsa de chocolate y crema chantilly (13€).

Precios bastante altos a los que, en un feo detalle, no incluyen el IVA, algo bastante ilegal. Al IVA, hay que sumarle también 7€ por “cubierto”.

Y respecto al bebercio, Horcher tiene una bodega única con botellas de viejas añadas. Eso sí, ninguno baja de 100€. Y es que, en general, como es de esperar, los precios de todos los vinos están bastante disparados, aunque siempre hay alguna joya bien de precio.

Como antes decía, esta cena fue una invitación por lo que no tengo foto de la cuenta ni obviamente pregunté cuánto costó, pero solo hay que ver los precios de la carta para saber que, por menos de 150€, en Horcher no cenas.

¿Merece la pena? A mí desde luego que me compensa celebrar, al menos, una cena al año en esta casa, pero entiendo que mucha gente prefiera invertir ese dinero en darse un buen homenaje en otro restaurante.

Por eso, una experiencia en invierno en Horcher me parece de 9 Lunas, si bien el resto del año lo dejaría en 8 Lunas.

 

Dirección: Calle de Alfonso XII 6, 28014 Madrid

Web: www.restaurantehorcher.com

Yo pagué: Invitación€ | Precio medio: 150€

Fecha de la visita: DICIEMBRE 2017

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