Es el único con estrella michelín en Alicante city, lo que me parece uno de los mayores sin sentido que he visto.
La Guía Michelín, por lo general, lleva razón pero, a veces, otorga estrellas a sitios que no se la merecen y en cambio muchas veces se niega a concedérsela a los que sí la merecen.
Es por ello que no encuentro explicación a que Monastrell tenga una estrella y no la tenga en Madrid por ejemplo La Tasquita de Enfrente, Lakasa o 99 Sushi Bar que, en comida, le dan mil vueltas a Monastrell. Y además es absurdo que Monastrell tenga igual puntuación que Tickets o Disfrutar en Barcelona.
Otro absurdo de la Guía es que usa distinta vara de medir según el país y así, por ejemplo, en Tokyo concede estrellas a antros mientras en España es impensable que se le dé una estrella a Nakeima o StreetXo.
Mi sensación general, tras haber probado restaurantes con estrella en diferentes países, es que la Guía es demasiado exigente para España –salvo patinazos como Monastrell o dar 2 estrellas a Calima o mantener las 3 estrellas a Arzak– y que en España somos afortunados por tener restaurantes con un nivel brutal a precios nada desorbitados aunque sí percibo una tendencia de muchos estrellados de subir cada año el precio del menú unos 20€.
Monastrell ha cambiado de ubicación este 2016 y ahora ocupa uno de los mejores locales de Alicante, justo al lado del Club de Regatas. Junto a La Ereta son las dos mejores ubicaciones de Alicante.
Con el buen tiempo Monastrell abre su terraza al borde del mar. Por eso os recomiendo que reservéis aquí y dentro de ella pidáis una de las dos mesas pegadas al mar. Solo por cenar ahí, encima del mar y con el Monte Benacantil al fondo, ya merece la pena visitar Monastrell.
En esta zona de terraza, pero en un espacio más separado del mar, cuenta con una barra para cenar de picoteo.
El interior del restaurante tiene la típica decoración moderna con mucha luz, tonos blancos y madera.
En la parte de arriba cuenta con una inmejorable terraza con mejores vistas que la del restaurante, siendo perfecta para tomar una copa o un cocktail tras la cena (o sin la cena).
Servicio muy amable y encantador, fuera de los formalismos y exigencias que cada vez abunda más en los estrellados donde ir a cenar se convierte a veces en el cumplimiento de una serie de reglas que parece que estás cenando en un internado de Suiza.
Un punto positivo de Monastrell es que, aparte de su menú degustación a 85€, puedes cenar de carta.
Hoy en día en casi todos los estrellados te obligan a cenar uno de sus menús degustación y además, toda la mesa debe tomar el mismo menú. Es algo que me toca los cojones pero no os imaginéis cuánto. Y así, si voy a cenar con Cristina, como ella no tiene mi aguante, ni la intención de tenerlo, no hay posibilidad de que ella cene el menú corto y yo el largo. ¿Para qué tanta rigidez? ¿Cuál es el motivo? Porque a nosotros nos da igual que haya momentos en los que solo se sirva plato a uno de ellos y nos da igual que uno acabe su menú antes que el otro. Obviamente esta regla es lo más cómodo para la cocina y servicio del restaurante pero, a cambio, el que se jode es el cliente. Y como, por ahora, hoy los cocineros son estrellas del rock, nadie les protesta. Pero más pronto que tarde llegará el día que la burbuja estalle y los cocineros volverán a ser como antes, cocineros y no Justin Bieber.
Como no teníamos mucho hambre, decidimos ir a carta y confeccionarnos nuestro propio menú que, al final, nos costó lo mismo que si hubiéramos pedido cada uno el menú degustación de 85€.
Lo que más nos gustó fue el Gazpacho de tomate y pepino con quisquilla de Santa Pola (21€) y el Cochinillo con zanahorias encurtidas, jugo de vino Monastrell y azafrán (29€).
Muy mal la Gamba roja en aceite de azafrán y sal de caviar (29€). Este manjar de bicho no necesita ingredientes que le quiten su delicioso sabor. Es totalmente absurdo que merezca infinitamente más la pena la gamba de Nou Manolin a 7€ que está a 15€ (vienen 2 en el plato).
Muy flojo también el Salmonete con bearnesa y acelgas (26€). Ni rastro del sabor a roca típico del salmonete.
Y muy sin más el Arroz negro con cigala (26€). Si tienes una estrella y pones arroz se supone que debe ser acojonante y este pasa con más pena que gloria. Rica la cigala, eso sí.
De postre, bien el Sufflé Alaska (12€).
Bodega discreta con una simpática sumiller. Le dimos un Tomás Postigo (40€) y alguna copa suelta (6-8€).
La cuenta final subió a 210€ entre Cristina y yo.
Al final siempre acabo palmando pasta y para ejemplarizar lo dicho, os cuento la siguiente anécdota: cuando nos traían la cuenta, también se la llevaban a una mesa de cuatro que teníamos al lado y el camarero, al ir a repartirlas, se quedó colapsado cuando leyó que la cuenta de la mesa de 4 eran 180€ y la nuestra de 2 eran 210€. Le pregunté al camarero que qué coño habían cenado para pagar tampoco y resulta que su experiencia con sitios con estrella era nula y pensaban que cenarían por 40€ y al ver la carta tuvieron que hacer malabares para pedir todo a compartir y no sobrepasar mucho esos 40€.
Ya me habían avisado con Monastrell que no me fiara de que tuviera una estrella porque no me iba a gustar pero coño, aún así, si te conceden una estrella, se te tiene que exigir mucho más que a quien vive sin ella.
Le doy 6 Lunas por la terraza porque, si no, a lo mejor le suspendo.
Dirección: Avda. Almirante Julio Guillén Tato, 1Telf: 965126640Web: http://monastrell.com/
Yo pagué: 105€ | Precio medio: 100€
Fecha de la visita: JUNIO 2016