NÁJERA es un restaurante-bareto de toda la vida donde se come francamente bien.
Si no lo conoces y pasas por la puerta de Nájera, seguramente no te animes a entrar: pequeño, luz fuerte, lleno de gente, una barra y varias mesas colocadas donde buenamente se puede. Podría parecer típico bar Manolo donde en la barra puedes encontrarte una ensaladilla rusa de color blanco nuclear que parece llevar ahí toda la vida y que si la pruebas acabas en el hospital, unas patatas bravas de plástico, unos chorizos descoloridos o unas sardinas en vinagre….vamos, uno más de los millones de bares que hay en España donde lo único que facturan son carajillos o Dyc…
Sin embargo, pese a esa apariencia de bareto, es un restaurante que maneja un producto de primera calidad y que cuenta con una RCP muy buena.
Si te decides a entrar comprobarás que es un bareto, sí, pero en absoluto es cutre ni sucio. Es más, me gusta el rollo de su decoración, tiene encanto. También descubrirás que los clientes son gente con muy buena pinta y que la mayoría tienen apariencia de ser muy buenos comedores, de esos a los que no se les da gato por liebre.
Cierto es que el local de Nájera no es Santceloni pero si no eres un estirado y te adaptas a lo que sea, cenarás en tu mesa tan a gusto. La mejor mesa es la que hay en la ventana con un banco-sofá. Reserva ahí.
Con el buen tiempo abren la terraza donde dan fácil de comer a 40 personas. Es una terraza en plena calle con el autobús pasándote a 2 metros pero por la noche se está muy a gusto.
Al frente del restaurante se encuentra un crack llamado Ramón, un tipo que habla hasta con las piedras y que conoce a todo el mudo.
Cuando Ramón sale por ahí a restaurantes quiere que le den muy bien de comer y le cobren lo justo y necesario. Y esa es la regla que aplica en Nájera: buen producto al precio adecuado.
En Nájera no hay carta, o por lo menos yo nunca la he visto. Tampoco se la busca, no es necesaria. Ramón tiene pocos y “sencillos” platos pero todos de muy alto nivel.
Para empezar es obligatorio probar su ensaladilla rusa, considerada una de las mejores de Madrid. Ojo que vuela y es que hay gente que hasta se la lleva a su casa.
Otro plato espectacular son los callos. Un plato para relamer el puchero. Otro top en Madrid.
También son muy famosas sus croquetas de gambas, que solo hay martes y miércoles aunque si le pides a Ramón que te las prepare otro día, y le caes bien, puede que tengas suerte. Merecen la pena.
Si tiene buenos tomates, te aconsejo pedir su ensalada con ventresca.
Dependiendo de lo que haya en el mercado, pueden ofrecerte unas gambas rojas o unas cigalas. Ambas excelentes. Plancha o cocidas. Sin mariconadas.
Tanto la ensalada como el marisco debo reconocer que son platos que, al basarse casi únicamente en la calidad del producto, puedes hacerte en tu casa sin problema y a un precio algo más bajo. Por eso entendería a quien le pudiera dar cierta pereza pedirlo. Igual ocurre con el jamón, un plato que pese a que me apasiona nunca pido en restaurantes.
Pasando a los segundos -yo aquí recomiendo pedir todo para compartir a modo de raciones- os recomiendo centrarse más en las carnes que en los pescados, y sobre todo en la casquería que aquí la bordan.
Las manitas de cordero que preparan son brutales y la salsa que las acompaña –una salsa que recuerda a la fabada- es espectacular.
Pero más brutales son las mollejas de cordero.
Otra buena opción son las chuletillas y los riñones.
En pescados, me encanta el morrillo y la carrillera de atún, cuando la tienen. Deliciosas.
Casi nunca suelo pedir postre pues acabo a reventar. Pero si te quedas con ganas, pide la tarta de queso con un buen helado de violeta.
Mención aparte merece la bodega de Nájera. No tanto por variedad, que la hay, sino por los inmejorables precios a los que ofrece el champagne o vinos como un Malleolus a 18 € o un Ossian a 16 €. También puedes comprarlos para llevar.
El precio medio de Nájera varía mucho según lo que pidas y bebas, lógicamente. No es lo mismo cenar atún, gambas y cigalas que cenar ensaladilla, croquetas y callos.
Si nos olvidamos del marisco y nos centramos en ensaladilla-croquetas-casquería (callos, mollejas, manitas), con un buen vino, el precio rondará los 35-40 €.
Si ya añadimos atún o algo de marisco, 60 €.
Mi ticket medio aquí -ya sabéis que bebo y como mucho- ronda los 70 € saliendo absolutamente rodando y habiendo bebido francamente bien.
Es un restaurante que me encanta cuando lo que quiero es comer bien y dejarme de fusiones. Por eso, cada 3 meses siempre le cae una visita.
Dirección:
- Calle de Guzmán el Bueno 55, 28015 Madrid
- 915 43 10 82
Yo pagué: 80€ | Precio medio: 50€
Fecha de la visita: 2015