Cantabria

LA CASETA DE BOMBAS

En una ciudad clásica y de rancio abolengo como es Santander, se agradece la aparición del Grupo Deluz&Compañía para modernizar un poco el panorama de la restauración santanderina.

Empezaron con el espectacular Deluz, un restaurante dentro de un enorme chalet en pleno Sardinero y que se ha convertido en uno de los lugares preferidos de los santanderinos para casarse. Siguieron con Días de Sur que se convirtió, salvando las distancias, en el Marieta de Santander, pero sin la parte de discoteca, y continuaron con El Machi como taberna marinera en concepto cool. Eso sí, ninguno nunca ha destacado por su cocina sino por decoración y ambiente. Y en Madrid tienen La Vaquería, Celso&Manolo y La Carmencita.

Ahora llegan con Caseta de Bombas, un restaurante que ya os puedo confirmar que es el más chulo y cool de Santander, no habiendo nada en la ciudad que se le parezca.

Se encuentra justo debajo del Palacio de Festivales, en el dique de Gamazo, construido a principios del siglo XX.

Al ocupar una nave calificada como Bien de Interés Cultural, la adjudicación de la licencia como restaurante se hizo por concurso público y, según me cuentan los santanderinos, ha habido bastante polémica por la adjudicación y se pretende impugnar.

Para los que no son de Santander, es posible que no hayan pasado nunca por esa zona ya que es un paseo que, aunque ahora intenta rehabilitarse, estaba bastante abandonado.

Tras invertir 300.000 Euros en decoración y acondicionamiento del local como restaurante, el resultado ha sido muy positivo.

La nave ocupa 240 m² y no cuenta con terraza, lo que supone una gran decepción porque esa ubicación pegada al mar no podía ser más idónea. Y es que la climatología cántabra no anima mucho a abrir terrazas, lo que supone que en todo Santander no haya ninguna terraza al aire libre con vistas al mar.

Nada más entrar a la izquierda se encuentra parte del comedor, donde hay varias mesitas de dos, algunas de cuatro y, en el centro de esta zona, un par de mesas grandes como para 10, de estas que se comparten con comensales desconocidos.

Es en esta zona donde os recomiendo reservar por ser la más animada. Aunque hay grandes ventanales, no os esperéis preciosas vistas a la bahía ya que, salvo que sea de día, no se ve nada. Por eso os recomiendo que, en verano, intentéis llegar a la cena antes de que anochezca para disfrutar de la puesta de sol.

En el centro de la nave tenemos la cocina abierta al público y una barra donde tomar vinos y picotear. Está resulta una opción redonda si vienes a media tarde y decides tomar algo, sacar la copa a la parte de fuera, y disfrutar de las vistas.

Y al fondo tenemos otra zona con varias mesas que, aunque gozan de bonitas vistas a Santander, se encuentran algo más aisladas.

Las paredes de piedra originales de la nave, las mesas de madera, las lámparas de diseño colgando de los altos techos, los cuadros del Santander antiguo y los grandes ventanales, convierten a La Caseta de Bombas en una visita obligada para todo el que pise Santander.

Respecto a la comida, porque recordemos que esto es un restaurante, la mayoría son recetas clásicas a base de productos cántabros y, además, se apuesta fuerte por los pescados.

Casi todo está concebido para ser compartido, opción que os recomiendo.

No existen medias raciones (no me canso de decir que no entiendo por qué, si somos sólo dos y la ración de croquetas consta de 8, no puedes servirme solo 4 y cobrarme la mitad).

Con idea de probar lo máximo posible, entre dos, probamos:

Solomillo de tomate con papaya, mango aguacate y aceite de albahaca (13€). Lo de solomillo que no os lleve a engaño, no tiene carne. Estaba bueno, siendo un entrante fresco y ligero que a todos gustará.

Croquetas de cámbaros (11€ / piezas). Muy flojas ya que sabían mucho a jalapeño y apenas a cámbaro (un cangrejo marino parecido al centollo).

Taquitos de pez de roca con mayonesa de anchoas (14€). Aunque estaba sin más, hay que reconocer que es un plato fácil para compartir y salir al paso. Muy buenas las patatas que lo acompañan, y se echa en falta más mayonesa.

Pimientos rellenos de zancarrón [ternera] (14€). Estaban buenos y un vicio las patatas fritas para mojar en la salsa.

Paletilla de cabrito al horno (25€). Está bien de sabor pero se acaba quedando seco, por eso mejor compartirlo entre varios ya que si no cansa.

Chuletitas de lechazo a la brasa (22€). Muy buenas.

No pude probar pero me han hablado bien del Bonito y del Rodaballo a la brasa (30€). Por eso, en mi próxima visita, le daré más a los peces.

De postre, no falla la Tarta de cumpleaños (5,5€) y recomiendan la Tarta de queso que nada tiene que ver con la de Cañadío.

El resultado es una comida correcta que a nadie disgustará, pero que tampoco os seducirá.

Para beber, carta bastante corta con precios moderados.

Con vino y compartiendo todo, calculad un ticket medio de 40€, que podría subir algo más en función de qué pescado pidas.

Acostumbrado a la vergüenza de los precios madrileños, comer muy correctamente por 40€ en un local tan bonito se agradece mucho.

Servicio joven y encantador. Cuidado con los baños que sólo hay dos, uno para cada sexo, y el de mujeres se atasca.

Abre todos los días de 13:00 a 03:00, aunque la cocina cierra sobre las 00:00.

No me cabe duda de que el fin de semana del 14 de julio, con el concierto de Enrique Iglesias, medio Madrid va a estar ahí metido comiendo o cenando.

Le doy 8 Lunas porque por ambiente, concepto y local, y situándonos en Santander, es algo único en la ciudad. Por cocina, se quedaría en 7 Lunas.

Muy recomendable y reservad con tiempo que este verano se va a llenar.

 

Dirección: Calle de Gamazao s/nTelf: 942742668Web: http://lacasetadebombas.es/

Web:

Yo pagué: 50€ | Precio medio: 40€

Fecha de la visita: JULIO 2017

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