Templo del lechazo, que es el cordero que como su nombre indica sólo se ha alimentado de leche. Un «mamón» vamos. Es muy típico de la zona de Valladolid y Burgos.
Mannix está en Campaspero, que es un pueblo fantasma a media hora de Valladolid. De verdad, desde que entramos en coche en el pueblo hasta que llegamos al restaurante vimos sólo a una persona: la típica abuela barriendo la entrada de su casa.
El restaurante tiene un salón enorme de techo alto con una decoración peculiar: angelitos colgados en la pared, retratos enormes, trofeos de caza, carteles de «se vende lechazo para llevar»…
El cocinero Marco Antonio y su equipo son de lo más amable que te puedes encontrar: todo el tiempo tratando de agradar. Imprescindible encargar el lechazo aunque vayáis entre semana: llegaba gente sin reservar y no pudieron comerlo.
De primero pedimos unas mollejas excelentes.
Nos lanzamos entonces al tema. Aviso que un cuarto para dos es una ración más que suficiente.
Está muy jugoso, al límite de exceso de sal por lo que luego da mucha sed. Lo mejor son las partes blandas que se juntan con la piel, una delicia. Yo me comí hasta el riñón (no apto para todos los paladares).
Los postres han mejorado muchísimo gracias a Gemma, así que dejad hueco. De beber, media de tinto de ribera y a pagar, 45 pavos por persona.
Un sitio que sin duda merece la pena conocer.
Dirección: Calle de Felipe II, 30, 47310 Campaspero, Valladolid
Web: www.restaurantemannix.com
Yo pagué: 45 € | Precio medio: 45€
Fecha de la visita: 2010