Fue considerado uno de los mejores italianos aunque ahora parece que es uno más.
El sitio está a tomar por culo, en una zona en la que juraría que no existe ningún otro restaurante más allá del típico bareto de carajillo y partida de mus.
Por fuera parece un bareto más pero por dentro no es tan cutre. Tiene incluso su encanto.
Cuenta con un salón grande y unas mesas en la entrada que están algo apartadas de la gente así que sin agobios.
Nada más llegar se ve la fama que le precede ya que estaba a reventar, habiendo incluso gente dispuesta a esperar una hora para cenar.
Antes de comentar la comida, debo aclarar que a mi los italianos no me llaman la atención y que rara vez los frecuento salvo para comer una buena pizza como la de Don Lisander.
Las berenjenas son correctas pero nada especial.
De pasta tomamos los gnoquis borrachos, ricos pero no deliciosos.
Con los papadelle con boletus y foie pasaba más de lo mismo, bien pero sin entusiasmar.
Y yo me atreví, PAGANDO 45 €, con los tagliatelle con trufa blanca. La verdad es que la ración de trufa, que te viene a rallar el mismo chef, era generosa pero hay un problema con la trufa balnca y es que te tienen que servir toneladas de trufa en la pasta para que cada bocado sepa a ella. Y como no era el caso, había bocados absolutamente deliciosos y otros en los que lo que uno comía era simple pasta.
Creo que no merece mucho la pena gastarse ese dinero en este plato.
De postre un exquisito tiramisú, con mucho mascarpone.
Total, 50 napos por barba con 2 botellas de vino para 3 personas.
Dirección:
- Paseo de la Reina Cristina, 23, 28014 Madrid
- 914 34 83 38
- http://dongiovanni.es/web/
Yo pagué: 50€ | Precio medio: 30€
Fecha de la visita: 2010