Tras la visita al Templo Jing’an, aprovechamos para comer en este restaurante que nos había recomendado una amiga china que vivió en Shanghai.
Nos dijo que si queríamos conocer la comida china de verdad, este era uno de los mejores sitios, así que allá que nos fuimos.
La dirección es fácil de encontrar aunque para acceder al restaurante tienes que subir en ascensor a la primera planta del edificio.
Obviamente, no teníamos reserva así que al primer camarero que apareció le indicamos “2” con los dedos y nos llevó a una mesa.
El local es enorme y muy muy auténtico. Me gustó.
En el centro de la planta se encuentra el comedor principal y luego alrededor hay numerosos reservados y es que a los chinos les encanta ese plan.
No es un sitio cutre ni sucio pero se nota que es auténtico chino.
Mientras nos llevaban a la mesa, el resto de comensales nos observaban como pensando ¿qué coño hacen dos occidentales comiendo aquí?
Ya sentados en la amplia mesa redonda, nos traen una carta sin fotos y en chino. Son tan cuadriculados que, al darte la carta, no piensan que, al no tener los ojos rasgados, quizás no entendamos una mierda.
Nos íbamos a levantar para irnos ante la imposibilidad de comunicación cuando, de repente, nos traen la clásica carta de restaurante chino con 50 páginas, en inglés y sobre todo, con fotos de los platos.
Gracias a ello, no fue necesario mediar palabra con ningún camarero durante toda la comida, pese a que hubo los típicos momentos en los que el camarero te pregunta algo en chino, tú le dices I don’t understand, él, que no entiende inglés, te vuelve a preguntar, tú le respondes Oye macho que no te entiendo una mierda y al final el camarero desiste y se retira, sin que nunca sepas qué coño quería.
Mi intención era probar los platos más raros posibles pero no me fue del todo posible debido a la sensibilidad de Cristina para con los animales. Y así, no me dejó pedir tortuga, pues la de la foto de la carta, que aparecía servida tal cual, con caparazón y cabecita asomando, le recordaba a Paquita, una tortuga que tuvo con 8 años.
Por supuesto, tampoco me dejó pedir un plato que, su foto, era un nido de pequeños pajaritos junto a su ave madre.
Tuve entonces que conformarme con pedir Serpiente, que le daba asco pero ninguna pena. La serpiente iba bañada en una rica salsa de soja y es a lo que sabía el plato. La textura era una mezcla entre anguila y lamprea.
También pedí Pepino de mar que es como una oruga marítima. La verdad es que del mar nada me da asco, pues nada hay más feo que una lamprea y mira lo rica que está.
El Pepino no sabía a nada, y es que hay muchos platos donde los chinos lo que aprecian es la textura antes que el sabor. Yo soy partidario de todo lo contrario. El pepino iba acompañado de un puré Crema de Alicia de Knorr.
Para no jugármela del todo y asegurar, pedí unas ricas Costillas de cerdo; y unos Noodles iguales que los de cualquier chinaco de España.
Todas las raciones eran enormes, como para 4 personas.
Con cerveza, la comida salió a 70€, que si llegamos a ser 3 o 4 habrían sido 20€ por barba, precio muy razonable y años luz de los timo-hostias que te metían en los estrellados.
Dirección: 1856 Nanjing W Rd, JingAnSi, Jingan Qu, China, 200040
Yo pagué: 35€ | Precio medio: 25€
Fecha de la visita: ABRIL 2017