Viena

STEIRERECK

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Cada vez que se visita una ciudad es ley de vida ir a conocer su mejor restaurante.

En Viena, el elegido debía ser STEIRERECK, 2 estrellas michelín y nº 10 del mundo.

El restaurante se encuentra dentro del parque Stadtpark –si es de noche mejor ir en taxi- y ocupa todo un cubo al lado del río. Tiene dos zonas, la informal y barata llamada MEIEREI que es la que da al río y cuenta con una terraza, y el propio STEIRERECK que está justo en la otra zona del cubo y que da al parque.

El restaurante es muy moderno, con grandes ventanales. Me recordó un poco al interior del Celler. Me gustó mucho, muy acogedor. Además tuvimos la suerte de cenar mientras nevaba por lo que fue una experiencia inolvidable. Desgraciadamente no comimos ni de lejos como en el Celler.

En Viena se puede fumar en ciertas zonas de los restaurantes y STEIRERECK cuenta con una mesa de fumadores, apartada del resto, a modo de mini reservado, que me pareció la mejor de todas.

Al lado de esa mesa hay unos pequeños sofás donde puedes parar la comida yendo a echar un piti sin tener que salir al exterior y que se te pongan los cojones moraos de frío.

STEIRERECK cuenta con carta o menú. En estos sitios siempre hay que ir a por el menú.

El menú puede ser de 6 platos (132€) o de 7 (142€). La diferencia entre uno y otro es que el de 7 incluye un impresionante carrito de quesos.

Dentro del menú, te ofrecen dos opciones para cada plato: una más de verduras y otra con más carnes o pescados. Al ser cuatro, dos elegimos la opción verduras y los otros dos la otra. De decantarme por una, sin duda la que lleva más carne y pescado es más sabrosa si bien la otra es la que define al verdadero STEIRERECK.

Ambos menús se pueden maridar por 69 o 75 Euros, respectivamente. Nosotros preferimos pedir botellas. La carta de vinos es enorme y los precios son en su mayoría de tres cifras. Sin complejos, le pedimos al sumiller que nos fuera poniendo varias botellas de Riesling, secos y que no pasaran de 100€. Cumplió con creces el chaval.

Antes del menú te traen un carrito enorme con panes. Al explicártelos en inglés no nos enteramos de nada así que elegimos a ojo. Joder, estaban de muerte. Uno de bacon, otro de tomate, otro de carne, otro de 7 variedades de harina…locura. Estos panes se pueden acompañar de 3 tipos diferentes de mantequillas que te sirven como aperitivo. Entre los panes y la mantequilla uno ya casi has cenado.

Tras cuatro ricos snacks de aperitivo cuya composición no me enteré -a excepción de la ostra con mantequilla, brutal-, empieza el menú.

A cada plato del menú le acompaña una tarjeta tipo monopoly donde te explican el plato. Me parece un gran invento y mucho más útil que cuando viene el camarero y te suelta un rollo de ingredientes que acabas sin enterarte de nada. Si a veces no te enteras en español, imaginad en inglés donde al camarero le pondrías cara de “estupendo estupendo” sin realmente enterarte de nada.

Como antes explicaba, el menú con opción verduras puede que os deje algo fríos pero hay que probarlo. En esta casa tratan las verduras de maravilla pero coño, una verdura no deja de ser verdura. Y aunque la mona se vista de seda, el cardo siempre sabrá a cardo. Solo un plato con cordero y otro con tenca –ambos buenísimos- salen de tanta verdura. Ojo al plato de puré de patata con trufa, brutal.

Mucho más sabroso me pareció la opción de elegir del menú con los platos que llevan ingredientes más apetitosos como berberechos, buey, pato, pichón.

En general, de los 12 platos (6 por cada menú) de sobresaliente son el cordero, puré de patata, pato y salsifí, siendo el resto de bien-notable, con algunos sabores que te dejan totalmente indiferente.

Ya en los postres, uno de ellos es con queso fresco y helado de pan, el cual me pareció exquisito. Mejor todavía es el postre a base de crema de queso, vainilla, helado de nuez y galleta de jengibre.

Finalmente, te traen una serie de cítricos escarchados cuyo sabor amargo no me moló nada. Los puedes acompañar de varias cremas de chocolates, a modo de nocillas, que te traen en un carrito. Yo dejé las frutas y me centré en estas cremas.

Con dos botellas de Riesling a 75€ cada una, 2 copas de Riesling dulce de postre a 20€ la copa, una copa de champán de aperitivo a 17,50€ y 3 cafés a 4,50€, la cuenta salió, entre cuatro, a 818€, es decir, 205€ por barba.

Ojo con las propinas en Viena. Se supone que es tipo NY donde aparte de la cuenta es semi obligatorio dejar un 10% de propina. Imaginaos la situación: te traen la cuenta de 818€ y tienes la opción de dejar propina, que serían 80€, o no dejar e irte haciéndote el loco como que no te enteras de la película. ¿Qué haríais?

En resumen, me ha encantado probar STEIRERECK y esa cena, con la nevada a través de los ventanales que dan al parque, me pareció una experiencia inolvidable. Ahora bien, ¿repetiría? Puede que no. ¿Os lo recomiendo? Por local, servicio y experiencia, sí lo recomiendo pero siempre y cuando seáis conscientes de lo que ahí se come y lo asumáis.

Dirección: Am Heumarkt 2 Tlf: 43 17133168

Web: www.stereireck.at

Yo pagué: 205€ | Precio medio: 200€

Fecha de la visita: ENERO 2015

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